lunes, 14 de marzo de 2011

¿Qué son los esquejes? ¿Cómo se hacen?

Esquejes Clones de marihuana 


El término clonación es universalmente conocido en este final de siglo. La culpa es de Dolly, una oveja blanca. Sin embargo, los cultivadores de cannabis llevan décadas clonando sus plantas para mantenerlas vivas indefinidamente y reproducirlas a placer. Los esquejes son la base de los grandes cultivos de interior y la materia prima con la que juegan los bancos de semillas. Los esquejes son el futuro del cannabis.

El cannabis se reproduce de dos formas: sexual y asexualmente. La reproducción sexual es la más conocida; el macho fecunda con su polen las flores de la hembra, que a continuación fabrica la semillas.

La reproducción asexual consiste en que una parte de la planta emite raíces y se convierte en un individuo independiente. 


Aunque esto pueda sonar a ciencia-ficción, la reproducción asexual es muy conocida en otras variedades de plantas como los geranios. ¿Quién no ha plantado alguna vez un esqueje de geranio?

Para sacar un esqueje cortamos una rama y la plantamos en una maceta. En unas semanas echará nuevas raíces y comenzará a crecer, convirtiéndose en una nueva planta. Lo más interesante de esta técnica es que los esquejes son genéticamente iguales a la planta de la que salieron. Son sus clones.


Cultivar cannabis a partir de esquejes presenta varias e importantes ventajas. La más obvia es que se acaban los problemas de sexado. Todos los esquejes de una planta tienen el mismo sexo que la madre. Es decir, todos los esquejes de una hembra serán, a su vez, hembras. Si sólo cultivamos esquejes de hembras es seguro que no habrá ningún macho en la plantación. Cuando sembramos semillas debemos contar con un 50 por ciento de machos. Para cosechar diez hembras tendremos que plantar unos 20 cañamones. Durante meses, hasta que muestren su sexo, cuidaremos de veinte plantas. Sin embargo, diez serán machos y tendremos que eliminarlas. Cultivando esquejes, todas las energías del cultivador se emplean con hembras. Los machos no existen en la plantación.

Otra razón de peso para hacer esquejes es que nos permite mantener viva indefinidamente la planta que queramos.

 Si plantamos diez semillas de una variedad, no todas las plantas serán iguales. Alguna cogollará más y producirá resina más potente. Elegiremos la mejor planta como madre. En la siguiente cosecha, con esquejes, todas las plantas serán “la mejor”. Los esquejes nos permiten cultivar plantas que ya conocemos y sabemos que nos gustan. Se acabó la incertidumbre de si será o no potente la planta que cultivo. El tipo de colocón y la potencia de todos los esquejes serán iguales a la madre.

Todos los esquejes de una planta son idénticos en sus patrones de crecimiento, tiempo de floración, necesidades de fertilizantes, etc. 

Al trabajar siempre con plantas iguales resulta mucho más sencillo planificar el cultivo. Todo el jardín madura a la vez y está listo para ser cosechado al mismo tiempo, algo especialmente útil si cultivamos en un lugar remoto o bastante inaccesible.

Normalmente una planta de cannabis cultivada a partir de semilla no estará lista para florecer hasta que tenga de seis a ocho semanas de edad. Esto causa que algunas variedades se hagan muy grandes a partir de semillas, algo muy incómodo en el cultivo de interior.

Los esquejes se pueden florecer en cualquier momento y con cualquier tamaño ya que su edad genética es igual a la de la planta madre.

 Los esquejes son plantas adultas y maduras desde que los cortamos. Los cultivadores de interior casi siempre trabajan con esquejes y los ponen a florecer con 20-50 centímetros de altura. Cultivando en interior, muchas plantas pequeñas rinden más que pocas plantas grandes.

Los aficionados al cultivo de cannabis más recalcitrantes suelen apreciar, por encima de todas las otras ventajas, la posibilidad real de experimentar con los esquejes. Como todos los clones de una planta son genéticamente iguales resultan ideales para hacer pruebas y experimentos. Cuando queramos probar la efectividad de un nuevo insecticida, fertilizante, complejo vitamínico, etc. utilizaremos dos esquejes de la misma madre. Le aplicaremos a uno el producto habitual y al otro el nuevo producto que deseamos probar. Como los dos clones son iguales cualquier diferencia que encontremos entre ellos podemos atribuirla al producto aplicado.

Sin embargo, no todo son ventajas cuando tratamos con esquejes. Los clones son iguales que sus madres, ni peores, ni mejores. Si la madre no es muy buena, los clones tampoco lo serán. Además comparten con la madre no sólo sus virtudes sino también sus defectos. Si la madre es poco resistente a los hongos, los esquejes tampoco serán fuertes frente a ellos. Si una cosecha de esquejes sufre un ataque de una plaga todos los esquejes sufrirán igual, puesto que son idénticos entre sí. Si la infestación es grave se puede perder toda la cosecha algo que difícilmente pasaría en una plantación de semilla donde unas plantas serían más fuertes y otras más débiles, con lo que alguna sobreviviría.
Al principio de este artículo hemos dicho que para sacar un esqueje basta con cortar una rama y plantarla. Con este simple sistema algunos esquejes llegarían a enraizar, pero muchos morirían en el intento. Cuidando algunas variables, el porcentaje de esquejes enraizados será mucho mayor.

Cuando cortamos un esqueje y lo ponemos a enraizar, sufre un terrible shock. Imagináos, le hemos cortado su suministro de agua y de alimentos provenientes de las raíces. Además, las células del tallo deben cambiar completamente su función. Mientras el esqueje estaba unido a la planta madre, el tallo se ocupaba de brotar nuevas ramas y hojas. Ahora, debe brotar raíces. Aunque todas las células de las plantas están preparadas para realizar cualquier función, el proceso de cambio es duro y extenuante. La función del cultivador consiste en lograr que este cambio se produzca de la forma menos traumática para la planta de manera que retome el crecimiento lo antes posible.

El principal riesgo para los esquejes en los primeros días es la deshidratación. 


No tienen raíces por lo que no pueden absorber ni agua ni nutrientes. Para evitar que se deshidraten y mueran hay que situar los esquejes en un lugar de humedad elevada (más del 90%). Lo mejor es una bandeja de enraizamiento con tapa transparente o un acuario con tapa de cristal. Durante los primeros días permanecerá totalmente cerrado salvo por unas pequeñas rendijas de ventilación. Más adelante iremos aumentando las aberturas para lograr una mayor aireación.
Durante el proceso de enraizamiento los esquejes no necesitan mucha luz. En interior, basta con uno o dos tubos fluorescentes; en exterior, un rincón abrigado donde no le de el sol directo.

La temperatura de los esquejes es otra variable decisiva en los índices de supervivencia. 


Cuanto más estable y constante sea (día y noche) mejor. La temperatura ideal sería 25-28º C en las raíces y tres o cuatro grados menos en torno a las hojas, lo que minimiza la transpiración, y por tanto la deshidratación de los clones. La manera más sencilla de mantener constantemente estas temperaturas es por medio de una bandeja de enraizamiento de esquejes con calefacción (muy cómoda y bastante cara), o bien con un cable para calentar terrarios y acuarios (menos cómodo y menos caro). Algunos cultivadores han desarrollado métodos propios para calentar los esquejes; en realidad lo más importante es que la temperatura no baje por las noches y que las raíces estén algo más calientes que el aire alrededor de las hojas.

La composición de la mezcla de tierra en que enraicemos los esquejes debe ser tal que se mantenga húmeda entre riegos y permita una buena oxigenación de las nuevas raíces. Hay quien mezcla perlita y vermiculita a partes iguales, otros echan tierra de castaño y humus de gusano, muchos simplemente tierra del saco. Manteniendo una humedad adecuada y una temperatura correcta y constante, los esquejes enraizarán en cualquier substrato. Los substratos muy aireados, drenan mejor y aportan más oxígeno a las raíces pero requieren riegos más frecuentes. Por el contrario, los substratos que más agua absorben, necesitan menos riegos pero las raíces no cuentan con tanto oxígeno.
Merece la pena hacer una mención a los cubos de enraizamiento de lana de roca (rockwool). La lana de roca es un material que absorbe la cantidad de agua que la planta necesita a la vez que mantiene mucho oxígeno en contacto con las raíces. Este substrato es sencillamente perfecto para enraizar esquejes aunque algo más complejo de utilizar que otros más tradicionales. Es necesario ajustar el Ph del agua de riego y añadirle siempre abono porque la lana de roca no tiene ningún nutriente. En Holanda, todos los bancos de semillas, incluso los más “orgánicos”, hacen sus esquejes en cubos de lana de roca. Los principales inconvenientes de la lana de roca son el precio (cada cubo de enraizamiento cuesta 50 pesetas) y que no se encuentra en casi ninguna tienda. La lana de roca no es reutilizable.

Una ayuda importantísima a la hora de esquejar son las hormonas de enraizamiento. Se presentan en polvo, líquido o gel y estimulan la producción de raíces. Compra hormonas para esquejes de madera blanda. Aunque las hormonas líquidas o en gel son las mejores no se encuentran fácilmente. Las hormonas en polvo también funcionan y las tienen en cualquier tienda.

Hay que seleccionar la planta madre y dejar de abonarla una semana antes de sacar los esquejes. De este modo, las ramas se robustecen y los clones son más fuertes. Se riegan abundantemente las plantas unas horas antes de cortar los esquejes para que estén bien hidratadas. Se pueden usar como esquejes las puntas de las plantas o las ramas más bajas. Se escoge una rama y se le corta la punta (10-30 cm.). Se realiza el corte a medio camino entre dos nudos. Inmediatamente después de cortar el clon, hay que introducirlo en un vaso con agua. El esqueje se ha de poner con rapidez en agua para evitar que una burbuja de aire pueda entrar en el tallo produciendo una embolia que mataría a la planta. Para estar seguros, una vez bajo el agua, se realiza un segundo corte un poco más arriba (córtale 0,5-1 cm. al esqueje). Se limpian las hojas de uno o dos nudos del esqueje. Estos nudos estarán bajo tierra y, de ellos, saldrán las raíces. Para que un esqueje enraíce es necesario que al menos un nudo esté bajo tierra.

Hay que preparar las macetas o cubos donde vayan a enraizar. Se riegan a fondo y se le hace a cada una un agujero en el substrato con un lapicero. El diámetro del agujero tiene que ser algo mayor que el del esqueje. Se saca el clon del agua y se introduce en las hormonas de enraizamiento. A continuación se planta con mucho cuidado. Es importante presionar el substrato alrededor del esqueje para que haga firme contacto con el tallo. Para que el enraizamiento sea correcto es necesario que el substrato toque el tallo.

Se introducen los esquejes en el acuario o la bandeja y se pulverizan con agua (mejor si es destilada).

 Se tapa la bandeja de enraizamiento y se enciende la calefacción del esquejero. Es importante pulverizar de vez en cuando los esquejes para que no se sequen. Hasta que tengan raíces sólo podrán absorber algo de agua a través de las hojas.

Después de cinco o seis días lo peor ya ha pasado y podemos comenzar a airear cada vez más el acuario. Los esquejes tardan en enraizar de una a seis semanas dependiendo, fundamentalmente, de las condiciones de cultivo. Cuando asoman las primeras raíces por los agujeros de las macetas o las paredes de los cubos de enraizamiento, se trasplantan a contenedores mayores. Una vez que tienen raíces ya no necesitan vivir en una atmósfera tan húmeda

Fuente: semillasmarihuanas.es

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